En la aldea llamada Sribali había un Brahmana erudito llamado Prabhakara. Él era muy rico. Pero ni su aprendizaje ni su riqueza le dieron ningún placer ya que su único hijo parecía ser un idiota. El niño era tan encantador como Cupido, tan brillante como el sol, agradable como la luna y paciente como la tierra. Pero se comportaba como un idiota.
Fue con gran dificultad que se realizó su Upanayana (es uno de los saṃskāras -ritos de iniciación-) tradicionales que marca la aceptación de un alumno por parte de un gurú (maestro) y la entrada de un individuo a una escuela de hinduismo). Nunca jugó, nunca habló, nunca se enojó y nunca estudió.
Cuando Sri Shánkara tuvo la oportunidad de ir a esa aldea, el niño tenía unos 13 años. El ansioso padre llevó a su hijo a Shánkara para ver si se podía hacer algo por él. En su primera mirada, el Acharya se dio cuenta de la grandeza del niño. Le preguntó quién era. El niño respondió la pregunta en verso sánscrito casto, exponiendo la naturaleza real del Ser.
Como el niño no era apto para la vida de un jefe de familia, el Acharya lo aceptó como su discípulo y le dio Sanyasa. Como la esencia de la verdad había sido tan lúcidamente explicada por el niño, como una grosella en la palma de su mano, se llamaba Hastamalaka.
Sus versos extemporáneos tenían la rara distinción de ser comentados por el ilustre Acharya mismo. Aunque asistió a las clases impartidas por el Acharya, fue más para verificar su propia experiencia que para adquirir dominio en la dialéctica.
Se le sugirió al Acharya que, en razón de su realización del Ser, Hastamalaka era muy competente para escribir un Vartika (comentario en sánscrito en verso) sobre el Sutra Bhashya. El Acharya negó la sugerencia al señalar que el plano de conciencia de Hastamalaka siempre residía en el Ser supremo. No se rebajaría a escribir libros. Cuando el Acharya lo colocó en un nivel más alto que aquellos que se dedican a la dialéctica, los discípulos tenían curiosidad natural de saber cómo alguien que no había dedicado atención alguna al aprendizaje de los sastras, podía ser competente en la realización.
Sri Shánkara explicó el fenómeno. En la orilla del Jamuna, un gran sabio estaba sentado en la contemplación cuando algunas chicas brahmines vinieron a bañarse. Una de ellas tenía un bebé de dos años. Ella lo colocó al lado del sabio y le pidió que lo cuidara hasta que se bañara. El bebé gateó lentamente hacia el río y se ahogó. La madre estaba horrorizada. Sacó el cadáver del niño y lloró amargamente ante el sabio. El sabio no se dio cuenta de los acontecimientos que habían sucedido hasta que despertó de su samadhi. Se sintió conmovido por la afligida madre. Por los poderes de su yoga, dejó su cuerpo y entró en el cuerpo del niño. El niño muerto saltó a la vida. Ese niño era Hastamalaka.
De esta manera explicó Shánkara cómo Hastamalaka llegó a tener un conocimiento tan completo sin ninguna aparente instrucción.