En la tierra de los Cholas, a orillas del Kaveri, había un devoto Brahmana llamado Vimala. Fue bendecido con un niño. Durante su adolescencia, había dominado los Vedas y mostro un disgusto extremo por la vida mundana. Esperaba sinceramente un gurú que lo llevara al océano del samsara. Al negarse a casarse, viajaba con el propósito de encontrar a ese gurú. Afortunadamente para él, Sri Shánkara se estaba quedando en Kashi, exponiendo sus inimitables Bhasyas (comentarios de escrituras sagradas).
El niño resplandeciente con Brahma-Tejas (un tipo de poder interno e intenso que puede usarse para descubrir un lado más profundo y espiritual del Brahma o del yoga) corrió hacia él y se arrojó a sus pies. El Acharya percibió el aprendizaje, el coraje y la seriedad del recién llegado. Lo aceptó como su discípulo. Lo inició en el Sanyasa Ashrama bajo el nombre de Sanandana.
Fue el primero de los discípulos de Shánkara. Fue el primero en más de un sentido. Su devoción sin igual complacía tanto a su Gurú, que, en agradecimiento por su sincera búsqueda de la verdad, el Acharya se tomó la molestia de explicarle tres veces sus obras. Esto parcialmente engendro en los otros discípulos un sentimiento de recelo, que el Acharya se encargó de erradicar de inmediato.
Una dia, cuando Sanandana y algunos otros discípulos se encontraban en la otra orilla del río Ganges, el Acharya los llamo para que acudieran a él. No había bote disponible. Pero Sanandana, estando totalmente seguro de la fe y la gracia del Acharya, pisó el agua y comenzó a caminar. Golpeado por su devoción, el divino Ganges mostró su admiración al hacer que brotaran flores de lotos en la superficie del agua para soportar sus pies a cada paso. Para asombro de todos, cruzó despreocupadamente al otro lado del rio donde fue debidamente recompensado por el abrazo del Acharya. Era una marca de afecto que ningún otro discípulo había recibido jamás. En memoria de este incidente, fue conocido como Padmapada, según el deseo del Acharya.
Incluso antes de convertirse en discípulo, Padmapada se encontraba en el centro del mundo védico, la erudición tradicional de su tiempo. Sin embargo, no es la revelación de su gran erudición, sino el gran desafío que enfrentó, el camino que eligió de actuar con generosidad y redención de manera fluida y la comprensión profética del Advaita que mostró, lo que hace de Padmapada una persona grandiosa.
Hay un famoso incidente donde Padmapada salva la vida del Acharya. Un devoto de Bhairava, un Kapalika, se aprovechó de la nobleza del Acharya. Le rogó que le diera su cabeza como ofrenda para el terrible Bhairava. El Acharya consintió voluntariamente. Pero le advirtió al Kapalika que su cabeza debia ser tomada sin el conocimiento de sus discípulos, especialmente de Padmapada.
Cuando los discípulos se habían ido a bañar en el río, llegó el Kapalika. Encontró al Acharya en Samadhi. Levantó su espada para golpear y cortar su cabeza. Desafortunadamente para él, Padmapada adivinó intuitivamente la nefasta intención del Kapalika. Por la fuerza de su meditación sobre el Señor Narasimha, asumió la forma de este último. Se abalanzó sobre el Kapalika y lo hizo pedazos. Una vez hecho esto, envió un terrible rugido de triunfo.
Sus condiscípulos corrieron al lugar y el Acharya salió de su Samadhi. Estaba tan asombrado como los demás. Con gran dificultad, hizo que Padmapada retomara su forma. Todos se sorprendieron al saber que, en su Purvashrama (es un término usado con referencia a los Sanyasis. Se refiere al ashrama -etapa de la vida- de un Sannyasi, antes de ser iniciado en Sannyasa -renuncia-), Padmapada era un devoto incondicional de Narasimha. Había contemplado a Narasimha mientras hacía penitencia en las colinas de Ahobila.
Padmapada también relató el siguiente incidente: Un cazador le preguntó qué estaba haciendo en el bosque. Cuando le dijo que estaba buscando a Narasimha, el cazador dijo que no existía tal entidad en ese lugar pues conocía cada centímetro del bosque. Padmapada insistió en que existía dicha entidad y describió un poco la forma del hombre-león. El cazador dijo que él encontraría al hombre león al día siguiente antes del atardecer.
El cazador vagó en busca del ser esquivo. Al no poder atraparlo en el tiempo indicado, decidió quitarse la vida. Narasimha estaba complacido con la devoción y la firmeza del cazador. Apareció ante el cazador, quien inmediatamente puso la cuerda alrededor del cuello de Narasimha y lo arrastró a la presencia de Padmapada. Sorprendido sin medida, Padmapada no pudo evitar preguntarle a la Deidad encarnada cómo sucedió. Sri Narasimha se quejó de que incluso Brahma no había mostrado tanta honestidad en la contemplación que este último realiza, como el cazador analfabeto le había mostrado.