Swami Gurú Devanand Saraswati Ji Maharaj

CLOSE

Cuando varios años habían pasado

Más tarde, cuando varios años habían pasado, llegaron ellos… Los Vestidos de Blanco … en forma muy misteriosa. Nadie sabía su lugar de procedencia. Primero llegaron dos y muchos comenzaron a pensar que eran demonios y otros pocos decían que eran seres extra-terrestres. Su raro aspecto y quizás el oculto miedo en la matriz del pueblo, ayudaron en gran escala a que se formara con una rapidez asombrosa un aura de rechazo a su alrededor.

Solo dos pedazos de tela blanca, sin forma alguna que ellos amoldaban a su cuerpo, en forma muy peculiar, era su vestimenta. De cabellos largos, lacios y suaves, que cubría gran parte de sus anchas y robustas espaldas. Sus largas barbas, dirigidas hacia arriba, se unían estrechamente con los abultados bigotes que sobresalían a la altura de la nariz; y hacia abajo, jugueteaban armoniosamente sobre gran parte del pecho. De caminar majestuoso, seguro e imponente. Sus ojos brillantes, serenos y profundos, parecían esconder un gran misterio, indescifrable entonces.

Nunca les vi hablar con nadie. Caminaban siempre juntos. Como observando minuciosamente el ambiente, de un lado a otro del pueblo, con asombrosa serenidad, se movían entre la gente, que absortos, abandonaban sus quehaceres para mirarlos.

Pude notar, como si una ráfaga de paz me atravesara cuando se acercaban a mi lado. Había algo en ellos que me atraía irresistiblemente. ¡Su ropa era tan blanca! pero se comentaban tantas cosas en el pueblo, que nunca me atreví a acercarme a ellos.

En cierta ocasión oí rumores de que existían planes concretos para hacerlos prisioneros, torturarlos y por fin, eliminarlos. No era la primera vez que sucedía cuando algún extraño personaje merodeaba por nuestros alrededores. Quizás con la excusa de que habían traído la intranquilidad para el pueblo y
que eran un peligro público… ¡Como siempre!

Mi corazón latió más fuertemente que nunca. Una angustia terrible aprisionaba mi pecho. No se porqué, pero sin pensarlo, y quizás arriesgando mi propia vida, me dispuse a buscarlos para informarles sobre los planes y así prevenirles a tiempo.

Como un loco, corrí las calles de la ciudad, pero no estaban en ninguna parte. Mi desesperación aumentaba. Quizás era demasiado tarde y estaban encadenados en la prisión del pueblo. Durante veinte y tantas horas corrí campos y ciudades en su busca. Parecía como si la Tierra se los tragara.

Ya cansado, y sin ánimo, decidí regresar a casa. Entonces aparecieron ellos. Nos encontramos por primera vez frente a frente. Sin embargo, no sentí miedo. Una ola de paz, inexplicablemente, se fil traba en cada molécula del aire que nos rodeaba:

– ¿Cuánto tiempo llevo esperándote? ¿Por qué tardaste tanto en venir? — Exclamó uno de ellos, el mayor de edad, con voz dulce pero firme.

Le miré extrañado ¿cómo era posible que estuvieran esperándome si nunca antes nos habíamos visto? – Sin embargo, disimulé la sorpresa.

– También yo estaba buscándoles – dije con voz tímida.

…Y por qué nos buscabas tan lejos, cuando estábamos tan cerca? – No entendí aquellas palabras. Solo sé que su atracción era muy fuerte y que a su lado me sentía transportado a un mundo de dicha. Recordé luego que no me convenía el que nadie me viera hablando con los extranjeros, puesto que las consecuencias podían ser desastrosas, tanto para mí como para ellos.

– Por favor, váyanse del pueblo. Sus vidas están en peligro!

– No temas. Nada nos pasará. ¡No podrán hacer nos daño! Hemos venido dispuestos a luchar.

– Luchar? ¿Luchar por qué? -pregunté mientras reía sarcásticamente- Solo son dos personas y ellos son miles! ! ! ¿Cómo van a luchar? Quienes son ustedes?? ¿A qué han venido? ¿Qué se proponen?

– Eso no importa por ahora. Somos solo dos, es cierto … pero pronto seremos muchos – replicó el más joven.

– Y es que piensan venir más? -Pregunté alarmado.

– No necesariamente, aunque quién sabe si muchos de ustedes se unan a nuestro grupo.

– ¡Eso es imposible! – sentí deseos de correr pensando que neciamente había caído en la trampa.

– Y porqué no usted el primero que pertenezca nuestro bando? así no nos harán daño, ni cree?
¡Ahora que está en nuestras manos…

Buscar en ésta sección

Capítulos del libro:
Los Vestidos De Blanco

Menú Devanand

Swami Gurú Devanand Saraswati Ji Maharaj

Menú General

0
Me encantaría conocer tu opinión, comenta!x