Swami Gurú Devanand Saraswati Ji Maharaj

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La Meditación – El Sánscrito, La Eterna Canción Del Cuerpo Humano

Cierra los ojos por un momento y escucha. ¿Qué oís? Aun cuando estemos en un entorno tranquilo, muchos ruidos nos bombardean los oídos: el murmullo apagado de las máquinas, voces distantes traídas por el viento, canto de pájaros, teléfonos, ruidos de construcción, tráfico… parece imposible escapar del ruido externo en el mundo moderno.

Pero si podemos retirar nuestras mentes de estos sonidos externos, oiremos vibraciones internas mucho más sutiles. En la tranquilidad absoluta de cámaras a prueba de sonidos, en laboratorios científicos aislados de todo ruido externo, algunas personas han podido oír algunos de sus sonidos internos: un alto grado de resonancia y una profunda palpitación, las vibraciones de sus propios sistemas nerviosos y el pulso de su sangre.

Hace miles de años, los yoguis meditaban en el silencio absoluto de cuevas y montañas, podían aislar sus mentes no sólo de los ruidos externos, sino también de los del cuerpo físico y focalizaban su mente en los centros de energía sutil dentro de ellos. A lo largo de la columna y en el cerebro hay siete centros de energía psíquica o Chakras que controlan el funcionamiento de la mente y el cuerpo. La mayoría de los seres humanos no son conscientes de estos Chakras, pero cuando el cuerpo y la mente se depuran a través de la meditación, estos centros sutiles de energía pueden ser percibidos y controlados.

Los Chakras han sido descritos por iluminados santos y místicos de todos los caminos espirituales y culturas: por místicos, budistas, antiguos chinos, hindúes, tántricos, cristianos y judíos (Los misterios de las “Siete Estrellas” y las “Siete Iglesias” en las Revelaciones 1-20, son referencias simbólicas a los Chakras), Sufís e indios nativos americanos.

Recientemente la ciencia también los ha detectado. Instrumentos muy sensibles han medido las emanaciones energéticas (más allá de las frecuencias que se sabe provienen de los sistemas bioquímicos y anatómicos), que surgen en la superficie del cuerpo, localizadas exactamente en el mismo sitio que los Chakras. (Investigación del Dr. Valery Hunt en la UCLA, California, USA, como la describe en Comportamiento Humano, enero de 1979).

Los antiguos yoguis que dirigían su oído interno hacia estos centros energéticos estaban capacitados para oír las vibraciones sutiles que emanaban de cada uno de ellos, 49 vibraciones diferentes en total. Entonces ellos las pronunciaron en voz alta, y cada uno de estos sonidos internos sutiles, formó una letra del alfabeto Sánscrito.

De esta forma la lengua Sánscrita, a veces llamada “la madre de todas las lenguas”, fue desarrollada a partir de la exteriorización de nuestras energías internas sutiles. Esta es la eterna canción del cuerpo humano.

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