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El Discípulo y el Maestro

Un discípulo es un instrumento a través del cual brilla la luz de la sabiduría. Cuando el discípulo es sincero y adquiere la simpatía del Maestro, la Gracia Divina cae sobre él colmándolo con las más sublimes bendiciones.

No es posible adquirir la sabiduría interna, si no se logra antes la gracia o misericordia divina. Y para eso hace falta demostrar la sinceridad, pureza y entrega total del discípulo al Maestro. Es así, como se transmite de Maestro a discípulo el torrente de experiencias y realizaciones del primero.

Es una tarea ardua la de enseñar a un discípula con mucha paciencia, los pasos a seguir. Pero cuando el discípulo por medio de innumerables difíciles pruebas demuestra madurez y deseo de progreso, el amor del Maestro se encarga de la transformación del discípulo y de convertirlo paso a paso en un instrumento a través del cual fluye la sabiduría del Maestro.

Adaptado entonces para una vida de sacrificios por la humanidad, el discípulo está listo entonces para llevar a otros a base de experiencias, el mensaje de la liberación.

En occidente, se piensa que solo Jesús es el único Maestro. Concepto muy errado, pues el mismo exclama que el que contiene sus pasos, las mismas cosas y cosas más grandes que él también hará. Y alguien que puede hacer cosas más grandes que las que El hizo es porque lógicamente es más grande. Le debemos mucho al Gran Maestro Jesús. Pero también es cierto que contamos con santos mucho más elevados espiritualmente en estos precisos momentos.

Cuando los grandes seres llegan a cierto punto de realización son uno con todo el universo. Por eso, únicamente se llega al Padre a través del hijo y ese hijo significa cualquier persona que haya realizado plenamente a Dios. Cualquier gran Maestro que haya obtenido su realización directa, porque en este punto se es uno con Jesús y con todos los grandes Santos que han dedicado plenamente su vida a la búsqueda de la verdad.

Igual que el Maestro Jesús tú también puedes ser el hijo. El lo dijo: “Dioses Sois”. Solo sigue sus pasos. Y sus pasos son: renunciamiento a lo irreal, inegoísmo, entrega total al Padre y sobre todo, sinceridad.

No existe Maestro más grande que el que cada uno posee. Cuando el discípulo está preparado, no tarda en aparecer el Maestro. Dedica tu tiempo en tratar de realizar a un solo Maestro. El Tuyo. Y olvida los otros caminos. Pues es solo tu Maestro el que puede proporcionarte las facilidades para tu progreso en el sendero.

Existen muchos grandes Maestros vivos. Así como también ten muchos otros grandes Maestros que han dejado el cuerpo y continúan siendo guía para muchos discípulos en todo el mundo, Pero en realidad, todos son uno. porque no existen dos cosas en el mundo. La verdad es una.

Según el Maestro Jesús, Shankara, Budha y muchos otros que lograron su pleno desarrollo, también tu puedes hacerlo. Sigue fielmente su ejemplo y sus instrucciones particulares.

Si aún no ha aparecido tu Maestro, no te desesperes. Espera un poco. Porque cuando estés preparado aparecerá.

Por ahora es importante que comprendas que existen muchos grandes Maestros más elevados y también menos elevados que Jesús. Y que cualquiera de ellos puede ser tu Maestro.

Sin embargo, te corresponde un Maestro por Ley Divina. Tú no puedes escogerlo. Es el maestro quién escoge al discípulo, aunque en la mayoría de los casos parece suceder o contrario. Cuando tu estado de evolución llegue a cierto punto de desarrollo, aparecerá tu Maestro. Espéralo, pues él llenará de amor y sabiduría tu vida sin sentido. El inundará con su espíritu ese “vacío” que llevas dentro. El te enseñará pacientemente como ser feliz y te colmará con sus bendiciones.

Manteniéndote firme, y orando fervorosamente día a día para que aparezca el Maestro que ha de llevarte por el sendero, camina lo más recto posible viviendo’ inegoistamente para que así tus propias acciones continúen impulsándote hacia la sabiduría.

El Maestro es el guía. El es quien te muestra los obstáculos diciéndote: “Aprende a quitarlos de tu camino”. El que con paciencia e infinito amor perdona tus actos negativos y los encamina hacia la perfección.

El que con sudor en su frente y con amor en su corazón va puliéndote día tras día. Es aquel que el amor lo llevó a renunciar a todo para llevarte así por el camino de la perfección. Su símbolo es el amor. Su escudo la entrega. Su espada el discernimiento. Su seguridad es la experiencia y su respaldo el Ser Supremo. Su amor hacia ti no conoce límites. Su meta es la paz mundial …y su instrumento eres tu.

El discípulo es el guiado. Su entrega y obediencia al Maestro no conocen límites. Su sinceridad es su escudo. Su firmeza es su espada. Su voluntad y pureza son sus cualidades. La liberación es su meta. Es el vencedor de! apego. El renunciante a la ilusión. Prefiere la muerte del cuerpo a la prisión de la ignorancia. Camina de frente, sin mirar hacia atrás. Sus pasos son seguros porque tiene plena fé en su Maestro. Su deseo de superación le hacen vencer todos los obstáculos.

El Maestro y el discípulo. Un amor único. Una relación tan estrecha como estrecho es el sendero a Dios. Un amor tan profundo como el universo. Una entrega tan absoluta como no puedes imaginar. Cogidos de la mano. Unidos para siempre. Un solo corazón. Un solo anhelo. Una sola meta. Un solo espíritu.

Maestro y discípulo. Dios y el hombre. La entrega mística. Las bodas con la verdad. El paraíso recobrado. La fusión de lo individual y lo universal.

Maestro y discípulo. Solo uno. Un solo pensamiento. Un solo objetivo. Una sola verdad.

Y aquí surge nuevamente esa unión. El Maestro habla, el discípulo sirve de instrumento llevando los mensajes del Maestro a la humanidad. El discípulo y el Maestro hablando en uno solo sobre la verdad de la existencia. El discípulo transmitiendo las palabras del Maestro.

Gracias Maestro, por tu inmenso amor.

EL DISCÍPULO.

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