Pero en el interior de cada cual, era la ignorancia más bárbara, que nublando sus mentes, no les permitía ver más allá. Cada cual comprende las cosas dependiendo de su desarrollo, y sus experiencias pasadas.
Ahora comprendo bien porque era “guerra y revolución” lo que nos traía el Maestro. Recuerdo con dulzura y nostalgia aquel “queremos guerra” en nuestro primer encuentro.
Era su meta el hacerle comprender a la humanidad el motivo de la existencia humana. Padres, hijos, dinero, sexo, comida, ese no es el propósito del hombre. Esas son cosas efímeras que ligan al hombre a la materia y lo alejan de su naturaleza Divina. Son obstáculos que quitan la libertad al hombre. El hombre libre, feliz, perfecto, no se apega a los bienes materiales. Su tesoro es su sabiduría y su perfección. El apego roba la paz y la tranquilidad. Produce envidias, odio, cóleras.
Para perfeccionarse, es menester alejarse de todas esas cosas efímeras del mundo que son un juego de la naturaleza. La realidad está en el absoluto, más allá del tiempo y del espacio, en aquella sustancia sin forma, sin principio ni final, auto existente, onmipresente y única llamada Ser Supremo. No hay dos verdades. Por lo tanto, el campo dual es un juego. Si queremos lograr el objetivo del hombre, hay que trascenderlo. Las posesiones materiales son un obstáculo en la vida espiritual, únicamente cuando hay apego a ellas,
La humildad es una cualidad requisito en la vida espiritual El ego nos lleva a veces hasta la destrucción. “YO y SIEMPRE YO”. Sin embargo, cuando comprendemos, que el Ser Supremo, tomando diferentes formas y cualidades se manifiesta aquí como un hombre, allá como una planta y más allá
Como una silla, entonces todo cambia en nuestra vida. Cuando el hombre logre sobrepasar los límites de los sentidos, la mente, el intelecto, y el ego, entonces se encontrará cara a cara con el Alma, fuente de la sabiduría y habrá logrado el objetivo por el cual vive.
Y…esa era la Sagrada revolución que traía el Maestro… esa maravillosa semilla de la inmortalidad que nadie podía apreciar en aquellos momentos pero que, algún día, serían la clave de la felicidad.
Pasaron los años. El Maestro caminó con otro rumbo cuando algunos de nosotros estábamos preparados para llevar su mensaje a la humanidad. Entonces, con su aliento e inspiración, encendí como cabecilla invisible, aquella mecha que inevitablemente hizo explotar la guerra.
Existían muchos pueblos como el nuestro, al cual el Maestro pretendía llevar sus Sagradas Enseñanzas…y partió dejando varios discípulos preparados para continuar la misión.
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La guerra había comenzado… ya solo nos costaba esperar. En la vida espiritual, es imposible la acción esperando recompensa, por sutil que ésta sea. Si se desea verdadero progreso, la acción inegoistas es la base sobre la cual descansa el éxito seguro.
El esperar recompensa espiritual o material así como el deseo de obtener poderes mentales, son fuertes obstáculos en el progreso del aspirante… pero los Vestidos de Negro no podían comprender esto…Por eso había odio en sus miradas y egoísmo en sus pensamientos…
Continué paseándome secretamente entre ambos bandos…
No era una guerra común y corriente la que estaba observando. Era más bien el tabernáculo sobre el cual descansaba el éxito rotundo, o el más terrible fracaso. Sin embargo, el fracaso consistía únicamente en volver a comenzar. Puesto que en una u otra forma, siempre hay una nueva oportunidad para volver a comenzar. Nunca es tarde cuando siempre sopla con continuidad la fuerte brisa del Divino Amor, con su armoniosa suavidad. El éxito, por el contrario, consistía en hacer comprender a la humanidad el motivo poderoso y único de la existencia. En despertar a una humanidad adormecida, que vive sin razón de vivir. En decir “despierta hombre, que eres Divino”. Evidentemente no era una guerra cualquiera. Era una lucha a muerte entre el hombre y un ambiente hostil que quiere encadenarlo a la materia sin sentido. Lucha contra el apego de la familia, que no se daba por vencida. Lucha mortal contra el vicio sexual que encadena al hombre a las regiones más inferiores de la existencia. Contra el licor, las drogas y el tabaco. Era una guerra abierta contra el odio, el rencor, la mentira y la envidia. Guerra contra el oro y contra las posesiones materiales. Y, sobre todo, guerra contra el malvado ego, cuya vanidad es intolerable y cuál ha sido el responsable de todo el sufrimiento de la humanidad. Guerra abierta contra la materia causante de las ataduras del hombre y cuyo propósito es impedirles la liberación. La materia…los
vestidos de negro, la imperfección, la ignorancia, el sufrimiento, el infierno.
Había comenzado la lucha. Los vestidos de negro eran más numerosos. En sus rostros brillaba el miedo. Un miedo intenso como presintiendo la .derrota. Sin embargo, lucharían hasta derramar su última energía. Tenían muchas armas. v sabían utilizarlas muy bien Por un momento, mi vista citó un detalle el cual antes no había observado. Las armas de ambos bandos eran precisamente las mismas, iComo no pude darme cuenta antes! solo había una diferencia: t.as armas del ejército de negro, no estaban pulidas. Eran burdas, pesadas, oxidadas, pero mucho más numerosas. En cambio, las armas del bando contrario eran livianas, acondicionadas, puras, brillantes. Parecía como si de ellos emanara una fuerte atracción hacia todo el que la observaba.











































































































