Swami Gurú Devanand Saraswati Ji Maharaj

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Escondido en las espesas arboledas de los incierto

Escondido en las espesas arboledas de los incierto. Y vagando como vagan los que no tienen abrigo. Te atreviste a dar un paso sin pensar en las consecuencias. Y caíste en la redada que tiraron los perdidos.

Ya te vuelves a dar cuenta. Ahora suenan los tambores. Les fiestas que se organizan no son fiestas pasajeras.

El padre que vuelve al hijo. El hijo que vuelve al padre. Con la promesa en los labios de que la unión sea perpetua.

Encabezando la marcha. Está el padre que te espera. Con los brazos apretados. Disimulando la entrega. Para que no te des cuenta con que ansia loca te espera. El reloj marcó la hora.

Ahora sucede el milagro. Como una gota de agua se funde en el mar abierto, así se funde tu alma con la fuente, que es lo eterno. Así conoce la dicha de la unión al ser supremo.

No se ven padre ni hijo. No se conoce que has vuelto. Porque una entrega tan grande, en uno solo convierte.

¿Por qué te fuiste, hijo mío? ¿Por qué te fuiste tan lejos? Si en el seno de tu Padre, en toda los cosas estabas?

No había diferencia alguna. Porque el hijo ya era el Padre. Y el Padre con un silencio, entregó su reino al hijo. Y el hijo con un silencio, aceptó el reino del padre. Ambos juntos para siempre ambos uno con el tiempo. Y el tiempo que fue creciendo dejó al hijo acompañado.

Acompañado del hijo que quiso llegar al Padre. Y el hijo, que ya era Padre; trazó el camino a su hijo, llevándolo por mil rumbos que llevan hacia el infinito. Porque nadie conocía el camino hacia la casa.

El hijo que ya era el Padre mostró a todos el Sendero. Y trazó con mucha calma uno a uno los caminos. Y vagó aldea por aldea. Por el pueblo y por la selva. Buscando la miel del alma que se perdía abandonada. Recogiendo poco a poco los cántaros ilusorios. Y tirándolos al río del cual no retornan sombras.

El hijo que ya era Padre, no salió jamás del Padre. Muchos años buscó frutos, entregándolos al Padre. Una tarde ya cansado, decidió volver al Padre. Quedándose para siempre en los hijos ya formados.

Los hijos son uno solo, que más tarde serán Padre. Uniéndose para siempre con aquel hijo que es Padre.

Dejando muchas semillas esparcidas en el tiempo. Semillas todas maduras. Abonadas con cariño. Convirtiéndose ya en Padre y trazando el mismo rumbo. Hasta que toda la sabia se esparza en todas las almas. Entonces retorna el hijo. . Entonces el Padre baja. Las sombras desaparecen y solo la luz se halla. El alma vuelve a la fuente. La vestidura del cuerpo por cierto, ya no hace falta. Ya se camina desnudo, sin el cuerpo y sin tormentos. El hijo desaparece. ¡Todo se convierte en Padre!

¡Cuántos fracasos y cuantas luchas! Para que el hijo llegue a ser Padre. ¡Cuánto cariño, cuanta dulzura! Para que el Padre llegue a ser el hijo. No hay diferencia. No hay apariencia.
La noche aclara. El sol alumbra.

El tiempo cede. Cede el espacio. Y como un rayo cruza el ocaso. Bañado en fuego. Secado en agua. Con el aliento de flores blancas. Haciendo esquina con el mañana. Paseando alegre con el pasado. Allí está el mundo. Sin un pecado. Diciendo siempre como igualarlo.

Miran los astros. El sol admira. Los más humildes sienten envidia. Envidia buena. Envidia noble. Como diciendo: ¡Cuánto te admiro! Si yo pudiera estar en tu mundo. Quizás mañana.
Quizás me avises!

Sirves de aliento. Sigues sirviendo. Cuando te cruzan hondos pesadas. Con tu perfume de flores blancas, llevas mensajes como palomas. Como cantando. Como gritando: ¡La tierra entera está iluminada!

¡La tierra entera está iluminada! Sigue mi ejemplo. Mira hacia al Cielo. Porque la tierra está iluminada!

Muchos te cruzan sin darse cuenta. Otros lo dudan. Otros lo piensan y los que menos miran contentos tomando fuerzas de tu fragancia. Para llevarla en sus adentros, como se llevan ricos tesoros, que valen mucho, que llena el alma, que marchan juntos, que besa el aire.

Manda a tus hijos a otros planetas. Para que enseñen cosas del alma. Para que aprendan. Para que enseñen. Para que aprendan cosas más altas.

Es infinito el mundo del alma. Es infinito el aprendizaje. Un infinito en otro infinito. Así se llega a los inmortales. Perfecto el mundo. Perfecto el cielo. Uno con uno. Todo con todo. Todo con uno. Uno con todo.

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