Swami Gurú Devanand Saraswati Ji Maharaj

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Prefacio

El amor, que cual gota de agua se esparce para alimentar a sus hijos, ya en las rosas, ya en los mares, perfumando el ambiente sutil con su exquisita humedad de puras blancas.

Solo tu existes, aunque aparezcas como dual según la evolución del objeto que te manifieste. Tu sutileza indescifrable y mística esparcida más allá del silencio arrollador y transcendental del alma, es en realidad el éxtasis sublime de la inegoísta entrega al universo mismo.

Tú, amor, que rompes todas la barreras en tu carrera eterna hacia la fuente única del absoluto; tú que llevas escondido el alimento omnipresente de la inmortalidad, el esbozo arrebatador de la experiencia y que a veces te disfrazas de ilusión mortal y pasajera, confundiendo sin querer a los que juguetean superficialmente en los límites del tiempo y del espacio.

Tú, hijo, uno con el padre, que llevas el aliento enaltecedor y perfumas el aire espiritual de tus sinceros devotos, soplando el aliento de vida eterna en los puros e inocentes corazones fatigados por la pesada carga de sus propias acciones.

Eres el amigo dulce que reduce a cenizas las inverosímiles situaciones producidas por la ignorante lucha del hombre con su naturaleza y aun así, brindas sonrisa de flores nuevas y cánticos celestiales qué desbordan el corazón y elevan el alma. OH, amor, que cambias en un abrir y cerrar de ojos la dureza interna por la dulzura divina que transforma las nubladas mentes en sagrado instrumento de perfección, que introduces sin ser vista, la semilla inmortal del conocimiento eterno en tus suplicantes hijos, que vagan sin rumbo fijo entre los ciclos del nacimiento y la muerte.

Amor único y verdadero, tú que sin apego riegas con tu característica inmovilidad el interno ambiente de tus hijos lejanos, esperando con paciencia que fructifique las estériles tierras deshabitadas, y que así vuelvan a unirse al padre, sin más escapatorias ni luchas… tu, que careciendo de color, edad, sexo y estando mas allá de la compresión te das libremente a todo aquel que abra las puertas de su interior y te dé morada en el corazón.

Tú que purificas las más bajas esferas, solo con tu tenue pero ardiente brillo plateado, instruyendo secretamente a cada pensamiento, convirtiéndolo en tu propio ser, como la conciencia absoluta misma.

¡Qué difícil es percibir tu unidad, OH, divino amor!

Cuán difícil resulta el fundirse contigo en uno solo… sin diferencias, sin que hallan dos y así ser el seno materno de la realidad misma, esparcida en el “todo” como universo incambiable con la pureza de ser la fuente, y de estar en ella para siempre.

A ti va dirigida esta obra. Al amor divino dentro de cada hombre. Al amor divino en forma de Maestro, transformador de vidas y frente al cual los discípulos se postran.

Al amor divino en la naturaleza inferior y superior que deja mecer en los vientos de veranos o que nos hace tiritar en el frío del crudo invierno.

Al amor que se esparce en una mirada, en una sonrisa, en una súplica, en una pura entrega al Creador. A ti, amor, van dirigidas estas humildes líneas…

SWAMI GURU DEVANAND SARASWATI JI MAHARAJ

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