Siempre que puedas medita un poco. Sobre tu vida. Sobre tu rumbo. No desperdicies el corto tiempo. Porque en la vida, todo se esfuma. Nada se queda.
Si tu progreso es lento y esquivo habrás perdido toda la vida.
¿De qué te sirve tener riquezas si con la muerte, todo se olvida? Solo perdura tu desarrollo. Las cosa buenas que has cometido, son las que hacen de tu presencia algo Divino, algo perfecto. Las cosas malas solo te llevan por mil problemas, sin un sentido, sin un abrigo… Sin la esperanza de ser querido.
Allá a lo lejos se ve la meta. Mucho más cerca. Como si el tiempo fuera trazando caminos nuevos y más derechos. Camina recto. Busca la meta. NO te desvíes por otros nuevos que no conoces, que no regresan.
Y quién pudiera, bajo tu aliento llegar tan lejos como va el viento. Y remontarse hasta el infinito con ojos fijos, mirando al Cielo. Llamando al Cielo. ÍY entrando al Cielo, fundirse al Cielo!
Y quién pudiera buscar el Cielo, cerca muy cerca, dentro del cuerpo. Allí te espera sin un reproche, espera solo. Sin tormento. Espera el día que llegues lejos. Mucho más lejos que el mismo viento.











































































































