Maharishi:
“Mi vida realmente comenzó a los pies de mi Maestro cuando aprendí el secreto de la ligera y profunda meditación, un secreto que ahora imparto al mundo. Desde el principio, mi único propósito era respirar el mismo aire que mi Gurú. Este era mi ideal“.
Sri Brahmananda Saraswati y Maharishi Mahesh Yogui se conocieron cuando Maharishi tenía 23 años. Una mirada a la resplandeciente cara silenciosa de Sri Brahmananda hizo que el joven quedara cautivado de inmediato. Sin embargo, Brahmananda insistió en que antes de aceptar a Mahesh como discípulo, debía completar sus estudios universitarios y obtener el permiso de sus padres antes de unirse a él.
Unos momentos antes de fallecer, Brahmananda le dijo a Maharishi: “Lo que te he enseñado también contiene el conocimiento de la técnica para aquellos buscadores espirituales que llevan una vida familiar”.
El viernes 12 de junio de 1953, por deseo de Swami Brahmananda, su discípulo cercano Sri Swami Shantanand Saraswati Ji Maharaj fue instalado como sucesor del trono del Shankaracharya.
La relación Maestro-discípulo es algo muy especial, la gracia del Maestro bendice el sendero recorrido por el discípulo.
Maharishi recibía las enseñanzas de su Gurú en lo alto de las montañas, un día, Brahmananda le dio a su discípulo Maharishi un cierto recado. Se le pidió que corriera a un lugar alto y lejano (probablemente el lejano Tapoban) para entregar un mensaje a un hombre santo que vivía allí. Durante el tiempo que Maharishi Mahesh Yogui fue un estudiante en formación, en varias ocasiones, su Maestro lo mandaba a realizar misiones similares.
Al llegar, el discípulo sin aliento y exhausto donde el hombre santo, esperó la respuesta de este. El santo, después de leer el mensaje, simplemente le pidió que regresara rápidamente a su Gurú.
Cuando Maharishi regresaba hacia su maestro tropezó y se cayó como resultado de una prisa indebida. Después de sacudirse el polvo, se agachó para recuperar el precioso mensaje de su Gurú y descubrió que se había abierto. La curiosidad lo alcanzó y él lo leyó. El mensaje decía:
“Por favor, indique a este Brahmachari (estudiante en formación) que regrese de inmediato”.
Aunque a menudo Brahmananda se encontraba en un estado de ánimo solemne, el Shankaracharya podía mostrar una sonrisa radiante, proyectando una viva sensación de diversión y alegría, haciendo de su estado de ánimo una combinación enigmática.
