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Shvetaketu

Shvetaketu, también escrito Svetaketu, es un personaje del Chandogya Upanishad. Era el hijo del sabio Uddalaka, el nieto del sabio Aruni, y representa el buscador por excelencia del conocimiento. Los Upanishads implican el viaje de Shvetaketu desde la ignorancia al conocimiento del yo y la verdad(sat).

En el Mahabharata, a Shvetaketu se le atribuye la creación de la práctica de que la “esposa sea leal a un esposo de por vida” después de observar a un brahmana tomar la mano de su madre (involuntariamente) frente a su padre.

El caso de Shvetaketu aparece en tres Upanishads principales (mukhya), a saber, el Brhadaranyaka Upanishad S. 6.2.1 a 6.2.8, Chandogya Upanishad S. 5.3 y en el Kausitaki S.1. Shvetaketu es el receptor del conocimiento consagrado en el mahavakya que aparece en los dieciséis capítulos de la sexta sección (Prapathaka) del Chandogya Upanishad.

– Primera historia de reencarnación

La historia de Shvetaketu en el Chandogya Upanishad es la primera vez que se menciona la reencarnación en los Vedas y quizás en todos los escritos conocidos de la historia humana. En la historia, Shvetaketu regresa a casa después de estudiar y sus amigos de la infancia le preguntan qué aprendió sobre la otra vida, a lo que él responde que no formaba parte de su plan de estuDios. Luego el Padre le hace varias preguntas que Shvetaketu no puede contestar y por último tiene que regresar donde su maestro.

Llegamos a comprender en el Chandogya Upanishad que SHVETAKETU aprendió todo lo que se podía aprender, entonces no había nada más que enseñar, así que el maestro dijo: “Has aprendido todo lo que se puede enseñar. Ahora puedes regresar a tu casa”.

Shvetaketu pensaba que su padre sería muy feliz, se había convertido en uno de los eruditos más supremos del país; era conocido en todas partes, respetado en todas partes, pero al ver que su padre estaba triste, le preguntó: “¿Por qué estás triste?”

Su padre dijo: “Solo tengo una pregunta que hacerte. ¿Has aprendido durante tus estuDios que al aprender ESO, no hay necesidad de aprender nada más? ¿Has aprendido que al conocer ESO, todo sufrimiento cesa? ¿Te han enseñado lo que no se puede enseñar?”

Shvetaketu también se puso triste y le dijo a su padre: no he aprendido nada de eso. Sin embargo, se me todo lo que se me ha enseñado, y puedo enseñárselo a cualquiera que esté dispuesto a aprender “.

Su padre dijo: “Entonces vuelve y pídele a tu maestro que te enseñe lo que no se puede enseñar”.

Shvetaketu dijo: “Pero eso es absurdo. Si no se puede enseñar, ¿cómo puede enseñarmelo el maestro?”

Su padre dijo: “Ese es el arte del maestro: él puede enseñarte lo que no se puede enseñar. Vaya de nuevo donde su Maestro y pídale que le enseñe lo que no se puede enseñar.”

Shvetaketu regresó donde su maestro. Inclinándose a sus pies le dijo: “Mi padre me ha enviado por algo absolutamente absurdo. Ahora no sé dónde estoy ni tampoco lo que le tengo que preguntar. Mi padre me ha dicho que regrese donde mi Maestro y que sólo podre regresar a la casa cuando haya aprendido lo que no se puede aprender, cuando se me haya enseñado lo que no se pueda enseñar… ¿Qué es? ¿Qué es eso? Usted nunca me habló de eso “.

El Gurú dijo: “A menos que uno pregunte, no se puede decir; y tú nunca preguntaste sobre ello. Pero ahora estás comenzando un viaje totalmente diferente. Y recuerda, ESO no se puede enseñar, esa es la razón por la que es algo tan delicado; sólo indirectamente te ayudaré. Haz una cosa: coje todos los animales de mi Gurúkul (había al menos cuatrocientas vacas, toros y otros animales) y ve al bosque más profundo posible donde nadie nunca va. Vive con estos animales en silencio. No hables, porque estos animales no pueden entender ningún idioma. Así que permanece en silencio junto a ellos, y cuando sólo por reproducción estos cuatrocientos animales se hayan convertido en mil, entonces puedes regresar con ellos”. “Así que ve a las colinas, al bosque, vivirás solo, no hables. Y no sirve de nada pensar, porque estos animales ni siquiera entenderán tu pensamiento. Deja toda tu erudición aquí “.

Shvetaketu siguió las instrucciones de su maestro. Fue al bosque y vivió con los animales durante muchos años.

Al principio y durante muchos días, los pensamientos permanecieron en la mente, los mismos pensamientos se repitieron una y otra vez. Con el tiempo, estos pensamientos se volvieron aburridos y Shvetaketu se dio cuenta de ello.

Había cuatrocientos animales, pájaros, otros animales salvajes, árboles, rocas, ríos y arroyos, pero ningún hombre ni posibilidad de comunicación humana.

No tenía sentido ser muy egoísta, porque estos animales no sabían el gran erudito que era Shvetaketu. Los animales lo tomaban en cuenta en absoluto; no lo miraban con respeto, así que poco a poco el orgullo desapareció, porque era inútil y hasta parecía una tontería caminar con orgullo entre los animales.

Incluso Shvetaketu comenzó a pensar: “Si sigo siendo egoísta, estos animales se reirán de mí, entonces, ¿para qué seguir siendo egoísta?”. Sentado bajo los árboles, durmiendo cerca de los arroyos, poco a poco su mente se quedó en silencio.

Pasaron los años y su mente se volvió tan silenciosa que Shvetaketu olvidó por completo cuándo tenía que regresar. Se quedó tan callado que ni siquiera esta idea estaba en su mente. El pasado cayó por completo, y con la caída del pasado, el futuro cayo también… Así que se olvidó de lo que le había dicho el maestro, se olvidó de cuándo tenía que regresar. No había cuándo ni dónde, solo estaba aquí y ahora.

Vivió el momento al igual que los animales, se convirtió en una vaca. Cuando los animales llegaron a mil unidades, comenzaron a sentirse incómodos. Estaban esperando a que Shvetaketu los llevara de regreso al ashram y él se había olvidado, así que un día las vacas decidieron hablar con Shvetaketu y dijeron:

“Ya es tiempo suficiente, y recordamos que el maestro había dicho que debías regresar cuando los animales se convirtieran en mil, y lo has olvidado por completo. Ahora es el momento y debemos regresar. Nos hemos convertido en mil”. Entonces Shvetaketu regresó con los animales.

El Gurú miró desde la puerta de su choza a Shvetaketu que venía con mil animales, y dijo a sus otros discípulos: “Mirad, vienen 1001 animales”. Shvetaketu se había convertido en un ser tan silencioso, sin ego, sin timidez, que simplemente se movía con los animales como si fuera uno de ellos.

El Gurú vino a recibirlo; el Gurú bailaba extasiado. Abrazó a Shvetaketu y dijo: “Ahora no hay nada que decirte, ya lo sabes todo. ¿Por qué has venido? No había necesidad de que vinieras, no hay nada que enseñar. Ya lo has realizado”.

Shvetaketu dijo: “Solo para presentar mis respetos, solo para tocarle los pies, solo para mostrarle mi agradecimiento. Ha sucedido… Usted me ha enseñado lo que no se puede enseñar.

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