La inexorable relación causa-efecto del Karma está tan arraigada en la vida de los creyentes que la aceptan a todos los niveles, incluso en asuntos simples como perder un autobús o derramar leche.
Sin embargo, ¡no invocamos el Karma para las cosas que están bajo nuestro control!
Puede ser debido a esto, que en los países desarrollados donde hay más cosas de la vida diaria bajo control, no encontramos personas que aluden tan frecuentemente a su destino con la mano en la frente (por aquellos que suponen que los efectos del Karma se han escrito indeleblemente en el libro del ‘Destino’).
La teoría del Karma se basa en dos suposiciones implícitas e importantes que se explican en detalle, más adelante.