Swami Gurú Devanand Saraswati Ji Maharaj

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El Libre Albedrio, Según Las Escrituras -Ramayana-

Encontramos más o menos las mismas ideas del libre albedrío en el Ramayana de Valmiki. (22/22 y 13-24).

Cuando Sri Rama fue desterrado al bosque, Lakshmana se enojó mucho por Kaikeyi y comenzó a reprenderla en términos muy fuertes. Sri Rama apaciguo a Lakshmana diciéndole que Kaikeyi no fue responsable de su destierro y culpó por completo a su propio destino.

La disertación de Sri Rama aquí sobre el papel de la Voluntad Divina en la vida humana son gemas del proceso de pensamiento valmikiano y una obra maestra en el Vedanta.

Sri Rama dice: “Oh Lakshmana, cuando vaya al bosque vestido con la corteza de los árboles y la piel de ciervo, con mechones de pelo enmarañados, la mente de Kaikeyi estará en reposo. Seguramente, yo no debería ofender a la Providencia pasando por alto Su (Dios) propósito, ya que es por Él que esta idea de enviarme al exilio ha sido plantada en la mente de Kaikeyi, a través de las maquinaciones de Manthara. Por consiguiente, iré al bosque; que no haya demora en este juicio”.

Sólo la intervención divina debe considerarse responsable de enviarme al exilio, así como de recuperarme el reino de Ayodhya que me ofrecieron. Pero por el impulso de la Providencia, ¿cómo pudo la decisión de perseguirme y de desterrarme en el bosque entrar en la mente de Kaikeyi, mi propia madre? Oh hermano, tú eres consciente: “como tal, no puedo considerar responsable otra cosa que no sea la voluntad de la Providencia, la cual ha hecho que mi madre prevalezca sobre el rey con palabras penetrantes que lo instaron a detener mi instalación en el reino y a enviarme al bosque. ¿De qué otra manera podría ella, una princesa de gentil disposición, poseyendo raras cualidades mentales y sentimentales, hablar como una mujer cruel en presencia de su esposo, las palabras que ha dicho con el fin de atormentarme?”

“Lo que no se puede prever es seguramente un decreto de la Providencia y ninguno de los seres creados puede dejarlo de lado. Por lo tanto, es evidente que, por la voluntad de la Providencia o el destino, lo inesperado me ha sucedido tanto a mí como a ella. Nuevamente, ¿quién puede atreverse a desafiar el destino, del cual no se puede encontrar otra indicación que las consecuencias del acto en sí? Alegría y tristeza, miedo y enojo, ganancia y pérdida, nacimiento y muerte y cualquier experiencia similar que le llegue a un individuo en particular, es sin duda, el trabajo de la Providencia”.

Fuertemente impulsados ​​por el destino, incluso los sabios que practican severas austeridades se desvían, dejando de lado la moderación y quedando arruinados por la lujuria y la ira. De hecho, no es más que el acto del destino, que inesperadamente y sin razón aparente, crea obstáculos para una acción iniciada con preparaciones hercúleas. Una vez más, es de conocimiento común, el saber que a veces se puede adquirir una fortuna inesperada con poco esfuerzo y prácticamente sin recursos. Cuando esto ocurre, eso es obra del destino “.

 
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