Sólo debemos tratar de practicar el Mauna cuando hemos alcanzado una necesidad y convicción verdaderamente íntima, y no porque sea una nueva técnica de Yoga que se vuelve cada vez más de moda. A través del Mauna buscamos convertirnos en personas que midan sus palabras sabiamente.
Mauna nos ayuda a aprender a evitar fácilmente discusiones largas, inútiles, ardientes y apasionadas, y en general todas las discusiones que no son absolutamente necesarias o que parecen ser estériles y vanas, desde el principio. Mauna fácilmente nos permite alejarnos de la sociedad, de aquellos que, por falta de discernimiento se pierden en tales disputas casi todo el tiempo. De esta forma podemos darnos cuenta de lo práctico que es el Mauna para nosotros.
En las fases superiores de la práctica del Mauna, se nos permite perseguir cada palabra con cuidado. Esto puede convertirse gradualmente en una alta disciplina mental. Entonces tendremos la revelación de que, prácticamente, las palabras representan una gran fuerza, de la que cada uno de nosotros debe ser consciente.
Mauna nos enseña a utilizar las PALABRAS con mucho cuidado, nos ayuda a controlar el acto de hablar y nos ofrece la posibilidad de no dejar que la lengua hable incontinentemente. El que ha practicado suficientemente el Mauna, controla correctamente sus palabras antes de que crucen sobre sus labios. Aquel que habla poco y escucha mucho, ha aprendido a guardar silencio.
El uso preponderante de palabras eruditas y complicadas provoca una preocupación exhaustiva y a menudo estéril por el idioma. Tal forma de hablar es muy aburrida. Por lo tanto, al usar palabras tan simples y agudas como sea posible, conservamos nuestra energía.
Es maravilloso conservar nuestra energía para amar a Dios tanto como sea posible, y es esencial consagrar más y más tiempo a la vida interior de la meditación, a la introspección y a la contemplación de nuestro Ser Supremo (Atman). Es muy importante purificar nuestra mente y meditar. A través del Mauna, descubrimos LA VOZ INTERIOR DEL SILENCIO y, por lo tanto, nos damos cuenta de que, en el estado puro del ser, cada uno de nosotros es uno con Dios.
Al practicar Mauna correctamente, calmamos nuestra mente, silenciamos nuestros pensamientos dispersos y sublimamos fácilmente nuestras efímeras emociones. El Mauna nos ayuda a sumergirnos en las profundidades místicas de nuestro corazón y disfrutar plenamente de su silencio oceánico. Este silencio es misterioso y radiante, y es la puerta para que entremos en la quietud.
Cada hombre que sinceramente aspira a conocer a Dios, el Padre creador, debe conocer previamente esta quietud. Debemos convertirnos en el silencio mismo, y, de esta manera, convertirnos en el Mauna Swami, realizando al absoluto, AQUÍ Y AHORA.
