Lo siguiente es un extracto del libro del Maestro Ramesh Balsekar: “The Wisdom of Balsekar”, editado por Alan Jacobs, presidente de la Fundación de Ramana Maharshi del Reino Unido.
A nadie le gusta que le digan que no tiene libre albedrío. Y sin embargo, mire el estado del mundo en la actualidad. El mundo está al borde del desastre, donde ha estado durante muchos años con una crisis tras otra. La pregunta, la gran pregunta, por lo tanto permanece: el ser humano ciertamente tiene una inteligencia tremenda (para enviar a un hombre a la luna); también se supone que tiene libre albedrío, ¿por qué el ser humano no ha podido combinar su inteligencia y su libre albedrío para hacer del mundo un lugar mejor?
También hay otro aspecto. Hay muchas personas inteligentes, líderes en sus respectivos campos, que están muy interesados en conocer su futuro. Si realmente creyeran en su propio libre albedrío, ¿por qué estarían tan interesados en la astrología y fenómenos similares?
Si piensa en este sentido, la única conclusión razonable a la que llegará es que el ser humano ha estado actuando de esta manera porque no tiene control sobre sus pensamientos y emociones. Lo que él considera como sus acciones son, de hecho, sólo reacciones del organismo individual a un impulso externo: un pensamiento que ocurre, un evento que ve o tal vez algo que escucha. Cada organismo reacciona de acuerdo con las características naturales con las que ha sido programado: físico, mental, intelectual, temperamental.
Otra dificultad para aceptar verdaderamente esta enseñanza es el argumento de que conduce a una actitud “fatalista”. El argumento fatalista se traduce en la pregunta: “Si no debo estar motivado por los frutos de mi acción y, de hecho, si no tengo libre albedrío sobre mis acciones, ¿por qué debería trabajar en absoluto?” La respuesta es asombrosamente simple: no podrá permanecer inactivo por un período de tiempo prolongado porque la energía dentro del organismo lo obligará a actuar: a actuar de acuerdo con las características naturales del organismo. En otras palabras, tanto el actuar como el no actuar, no está bajo su control.
La esencia de la comprensión última es el hecho ineludible de que el ser humano individual, como tal, no tiene, no puede tener, ninguna voluntad. No tiene ninguna independencia de elección de decisión y acción, por la sencilla razón de que el ser humano no es una entidad autónoma. El ser humano es simplemente una parte infinitesimal, de la totalidad de la manifestación. Que el ser humano pueda ver, oír, etc., a través de sus sentidos es simplemente porque, como cualquier otro ser sensible (insecto o animal), ha sido dotado de sensibilidad. Que puede pensar es simplemente porque, además, ha sido dotado de intelecto. En ausencia de consciencia, no hay sensibilidad ni intelecto y, en lo que respecta al ser humano, no hay mundo manifiesto. (The Wisdom of Balsekar, The final truth p. 215, editado por Alan Jacobs)
Lo siguiente es un extracto del libro del Maestro Ramesh Balsekar: “Un dueto de Uno”:
El hombre de sabiduría conoce el hecho de que, como entidad aparente, él no puede vivir de acuerdo con su propia voluntad y como le de la gana. Él está verdaderamente convencido de que, en efecto, esta siendo vivido y que, como entidad aparente, es imposible que sea el sujeto de los objetos. La aparente entidad, un objeto fenoménico como cualquier otro, no puede tener a otros objetos como sus objetos. Sabiendo de este modo lo que no es, el hombre de sabiduría sabe lo que es en verdad: “Yo soy la Consciencia pura”.
Sabiendo que no puede vivir de acuerdo con su propia voluntad o volición, que en efecto está siendo “vivido” como un instrumento de la Totalidad, también conoce la futilidad de sus “intenciones”. Absteniéndose de la volición, el hombre de sabiduría está libre de ansiedad y del sufrimiento, ya que de esa forma trasciende la conceptualización, que es la base de la volición y la intención. Sabiendo que está siendo vivido, el hombre de sabiduría trasciende tanto la acción voluntaria como su contraparte, la no-acción voluntaria (la no acción voluntaria también es una acción). Es por esta razón que el hombre de sabiduría se ocupa de sus asuntos sin ningún tipo de intenciones, sin ningún sentido de ser el hacedor.
Es únicamente el concepto del ‘yo’ el que puede tener intenciones, ya que ‘voluntad’ y ‘ego’ son términos sinónimos. Por lo tanto, la ausencia de volición en el caso del hombre de sabiduría no significa inacción en lo fenoménico, sino la ausencia de acciones (directas o indirectas) basadas en la volición. La ausencia de acciones fenoménicas voluntarias (basadas en la volición) sólo puede significar la presencia de acción neumónicas. En otras palabras, la acción del hombre de sabiduría, que no esta basada en la volición, es una acción nouménica, es la no-acción del sabio (no-acción porque el “yo” y sus intenciones están totalmente ausentes).
La ausencia de conceptualización y de objetivación en el hombre de sabiduría significa que no juzga a los otros objetos ni a sus actos. La objetivación que ocurre a través del sabio o del hombre de sabiduría significa, por lo tanto, que percibe los objetos como objetos, pero no como “sus” objetos. El sabe, con la convicción mas profunda, que ni “él” ni los “otros” son entidades separadas e independientes, sino que todos son simplemente títeres reaccionando a estímulos externo de acuerdo con las condiciones de su psique, condiciones que están más allá de su control.
El vivir la vida sin volición (que implica la ausencia de ambos aspectos de la volición), el ser vivido como una no-entidad, es un vivir subjetivo y nouménico en el cual, en ausencia del “yo” fenoménico, ya no hay cabida para la ansiedad o la preocupación. Por esta razón muchas veces el primer efecto abrumador del acontecimiento conocido como despertar o “reintegración” es un sentido de libertad increíble, total. (Ramesh Balsekar, Un dueto de uno, p. 85-86)
La ilusión del libre albedrío
El contenido siguiente es un dialogo entre el físico Amit Goswami y el Maestro Advaita Ramesh Balsekar:
Balsekar.: al estudiar el libre albedrío nos damos cuenta que, la persona es consciente de cada elección en aproximadamente 1/2 segundo después de que el “Potencial de Disposición o Potencial Premotor” (pequeño cambio eléctrico en el cerebro que precede los movimientos voluntarios) aparezca en la onda cerebral.
Por lo tanto, no puede haber libre albedrío, la “posesión” más preciosa en Occidente. El sabio indio Ramana Maharshi dijo lo mismo. Te voy a mostrar la forma como lo he interpretado y tratare de explicártelo de la manera más simple posible:
En el océano de la consciencia hay posibilidades. En la mecánica cuántica, tal como la entiendo, lo que va a suceder en un momento determinado, no se sabe realmente… Y en esa acumulación de consciencia, qué posibilidad particular se convierte en un hecho, no se sabe tampoco. Entonces, si digo: “Tengo un pensamiento”, eso significa, tal como lo entiendo, lo que realmente significa es que ese pensamiento ha ocurrido medio segundo antes de que se pueda decir: “es mi pensamiento”.
Goswami.: Eso es correcto. Esa identidad tarda medio segundo en aparecer.
Balsekar.: Mi interpretación como laico es la siguiente: un pensamiento surge como uno de los hecho del conjunto de posibilidades, y eso que proviene del conjunto de posibilidades está fuera de mi control, no hay nada que yo pueda hacer. Al surgir el pensamiento, el cerebro reacciona al mismo, y esa reacción del cerebro es lo que elijo llamar “mi acción”, considerando que no es mi reacción sino la del cerebro. Es la reacción del cerebro a un pensamiento que ocurrió medio segundo antes, ¡lo que considero mi pensamiento!
Goswami.: Se puede decir que hay una conciencia que realiza la elección, pero ciertamente esa no es la función del ego.
Balsekar.: Si, totalmente. Entonces, del océano de la conciencia, la conciencia selecciona un pensamiento particular.
Goswami.: Y esa conciencia es lo que llamamos Dios o el Dios universal.
Balsekar.: En lo que concierne al libre albedrío, la “posesión” más preciosa en Occidente, ¿le gustaría abundar más?
Goswami.: Me gustaría hacer que la visión occidental fuese un poco más aceptable, al plantear que el Occidente no comete un completo error con esto, porque los muy buenos pensadores occidentales reconocen que la acción del libre albedrío es en realidad el acto de rendirse. Hay una acción de libre albedrío por parte de los humanos porque los seres humanos están separados de Dios, por lo que la única forma de libre albedrío que el ser humano puede tener es rendirse a la voluntad de Dios. Y no hay una distinción real porque sólo hay un mundo operando, así que tan pronto como aprendemos a rendirnos, estamos aceptando el libre albedrío.
Balsekar.: Eso significa entonces, que lo que realmente estás rindiendo es tu concepto de la vida. . . ¿no es así? ¿Qué más tienes que rendir, qué capital tienes que rendir a Dios de quien has recibido todo? Sólo tienes el concepto de que tienes libre albedrío para ofrecer a Dios. Por eso digo a menudo, mi único punto es que nada está bajo tu control. Todo lo que sucede es parte del funcionamiento impersonal de la totalidad de la conciencia, o la voluntad de Dios.
Goswami.: Libet es un muy buen neurofisiólogo. Había hecho otro experimento, que muestra claramente lo que estás diciendo. En primer lugar, se pide a las personas que levanten la mano cuando lo elijan. Entonces, las personas levantan la mano, pero, como lo indica el otro experimento, medio segundo antes de que ellas levanten las manos, el experimentador que mira la máquina EEG ya sabe que la van a levantar.
Sin embargo, luego Libet les dijo: “incluso después de que ustedes se den cuenta de su voluntad, traten de ver si pueden evitar levantar la mano”. Entonces, las personas que estaban presentes hicieron el experimento y descubrieron que cuando se les daba la opción de negar la acción, podían hacerlo.
Por lo tanto podemos concluir que, la única pequeña abertura que tiene la consciencia para escapar del cascaron, en el estado donde la consciencia esta identificada con el ego, es la capacidad de decir no a una acción condicionada. A eso no se le puede llamar libre albedrío. La única libertad que en verdad tenemos es el dejar de identificarnos con el ego.