Swami Gurú Devanand Saraswati Ji Maharaj

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Maya

El Vedanta Advaita declara que nuestra verdadera naturaleza es divina: pura, perfecta, eternamente libre. No tenemos que convertirnos en Brahman (Dios, el Ser Supremo), somos Brahman. Nuestro verdadero Ser, el Atman (Alma), es uno con Brahman.

Pero si nuestra verdadera naturaleza es divina, ¿por qué entonces la ignoramos de manera tan espantosa?

La respuesta a esta pregunta radica en el concepto de maya o ignorancia. Maya es el velo que cubre nuestra naturaleza real y la naturaleza real del mundo que nos rodea. Maya es fundamentalmente inescrutable: no sabemos por qué existe y no sabemos cuándo comenzó. Lo que sí sabemos es que, como cualquier forma de ignorancia, maya deja de existir en los albores del conocimiento, el conocimiento de nuestra propia naturaleza divina.

Brahman es la verdad real de nuestra existencia: en Brahman vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser. “Todo esto es ciertamente Brahman”, declaran los Upanishads, las escrituras que forman la filosofía Vedanta Advaita. El mundo cambiante que vemos a nuestro alrededor se puede comparar con las imágenes en movimiento en una pantalla de cine: sin la pantalla inmutable de fondo, no puede haber película. De manera similar, es el Brahman inmutable —el sustrato de la existencia— en el trasfondo de este mundo cambiante lo que le da al mundo su realidad.

Sin embargo, para nosotros esta realidad está condicionada, como un espejo deformado, por el tiempo, el espacio y la causalidad, la ley de causa y efecto. Nuestra visión de la realidad se oscurece aún más por una identificación incorrecta: nos identificamos con el cuerpo, la mente y el ego en lugar del Atman, el Ser divino.

Esta percepción errónea original genera más ignorancia y dolor en un efecto dominó: identificándonos con el cuerpo y la mente, tememos a la enfermedad, la vejez y la muerte; identificándonos con el ego, sufrimos de ira, odio y un centenar de otras miserias. Sin embargo, nada de esto afecta nuestra verdadera naturaleza, el Atman.

Maya se puede comparar con las nubes que cubren el sol: el sol permanece en el cielo, pero una densa capa de nubes nos impide verlo. Cuando las nubes se dispersan, nos damos cuenta de que el sol ha estado allí todo el tiempo. Nuestras nubes (maya que aparece como egoísmo, odio, codicia, lujuria, ira, ambición, etc.) se alejan cuando meditamos (Recomendamos el Mantra Yoga Meditación) en nuestra naturaleza real, cuando nos involucramos en acciones altruistas y cuando actuamos y pensamos consistentemente de maneras que manifiestan nuestra verdadera naturaleza: es decir, a través de la veracidad, la pureza, el contentamiento, el autodominio y la tolerancia. Esta purificación mental aleja las nubes de maya y permite que brille nuestra naturaleza divina.

Shri Adi Shankaracharya, el gran filósofo-sabio de la India, usó el ejemplo de la cuerda y la serpiente para ilustrar el concepto de maya. Caminando por un camino oscuro, un hombre ve una serpiente; su corazón late con fuerza, su pulso se acelera. En una inspección más cercana, la “serpiente” resulta ser un trozo de cuerda enrollada. Una vez que se rompe el engaño, la serpiente se desvanece para siempre. De manera similar, al caminar por el camino oscuro de la ignorancia, nos vemos a nosotros mismos como criaturas mortales y, a nuestro alrededor, el universo del nombre y la forma, el universo condicionado por el tiempo, el espacio y la causalidad. Nos damos cuenta de nuestras limitaciones, esclavitud y sufrimiento. En una “inspección más cercana”, tanto la criatura mortal como el universo resultan ser Brahman. Una vez que se rompe el engaño, nuestra mortalidad y el universo desaparecen para siempre. Vemos a Brahman existiendo en todas partes y en todo.

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